Black Sabbath, Queen, Motörhead, The Stone Roses, Oasis, Coldplay, Simple Minds, New Order, Robert Plant, Suede o Manic Street Preachers son solo algunas de las celebridades que, en algún momento de su carrera, han acudido a los estudios de grabación Rockfield situados en Monmouthshire (Gales). El documental de 2020 producido por la BBC, «Rockfield: The Studio on the Farm» de Hannah Berryman, cuenta el sueño hecho realidad de dos hermanos granjeros aficionados a la música que decidieron transformar su granja familiar adaptándola parcialmente al negocio discográfico.
La idea de los hermanos Kingsley y Charles Ward, consistía en alejar a los músicos de las tentaciones y excesos de la ciudad, para que se centraran en ese entorno bucólico -cosa que no siempre sucedió- pudiendo incluso alojarse allí como huéspedes durante las sesiones de grabación. Por la mañana, los dueños echaban pienso a los caballos y a las vacas y por la tarde se convertían en ejecutivos trajeados que acompañaban a los músicos y a sus técnicos facilitándoles el acceso a los equipos. Esta especie de estudio-residencia para músicos con posibilidad de convivir en ese entorno el tiempo de producción de las obras, constaba de dos edificios equipados para la sonorización: Coach House y Quadrangle. Un tándem técnico de grabación de álbumes que incluía entre su equipación ecualizadores, amplificadores y consolas de grabación, además de un piano de cola Yamaha, salas de batería y cabinas de aislamiento acústico. Todo un arsenal sonoro a disposición de músicos, productores e ingenieros en búsqueda de un sonido «orgánico» aproximado a una acústica natural y realista.
Ozzy Osbourne grabó en Rockfield algunas de las primeras canciones de Black Sabbath, y confiesa en el documental la aventura que supuso ir desde Birmingham al estudio campestre de Monmouth, pues el grupo en su vida «había estado antes en una granja». Liam Gallagher de Oasis cuenta que no salían de allí hasta que el trabajo no estuviera terminado, y que «todo era como un Gran Hermano pero con melodías».
«Bohemian Rhapsody» de Queen fue grabada en el recinto en el verano de 1975. Otro de los grandes temazos que vieron la luz en Rockfield Studios fue «Ace of Spades» de Motörhead aunque Lemmy Kilmister ya había pasado por la granja sónica con su anterior formación, los bestiajos psicodélicos de Hawkwind. Años después, en este siglo, Chris Martin imaginó la conocida melodía de «Yellow», el hit del debut de Coldplay, durante una noche estrellada en los exteriores del estudio Quadrangle. El grupo estaba grabando lo que pronto se publicaría bajo el nombre de «Parachutes».
«Rockfield: The Studio on the Farm», recuerda decenas de anécdotas que sucedieron entre las paredes de Rockfield, un espacio cuya mera existencia supone un memorial tangible de parte de la historia de la música compuesta en el último medio siglo: el embrión de mucha discografía, hoy mítica, que se pergeñó en esos estudios de Gales, las peleas entre músicos (los hermanos Gallagher de Oasis, cómo no, se partieron los morros a puñetazos en los pasillos del estudio durante la grabación de «What’s The Story, Morning Glory?»), o la interminable estancia de Stone Roses en la granja hasta lo indecible, mientras el mosqueo de sus discográfica y el acopio de sustancias varias en el recinto iban en aumento. En definitiva, un interesante documental sobre otro de los emblemas británicos de la grabación y edición musical, como los Olympic Studios de Londres, donde Led Zeppelin y los Rolling Stones materializaron sus mejores obras, o Abbey Road, la cuna discográfica de los Beatles.