En 2016 se cumplió medio siglo de la publicación del «Pet Sounds» de Beach Boys, y uno de los homenajes al «disco que contiene la canción favorita de Paul McCartney», «God Only Knows», consistió en este breve pero interesante y conciso documental dirigido por Matthew Longfellow, un realizador obsesionado con la música responsable de otros trabajos audiovisuales sobre Pink Floyd, Beatles o Jeff Beck. «The Beach Boys: Making Pet Sounds» (2017), celebra los cincuenta años de la mítica obra entrevistando a su creador, Brian Wilson, y a los supervivientes del grupo Mike Love, Al Jardine, Bruce Johnston y David Marks.
Beach Boys llevaban diez discos sobre sus espaldas cuando entraron en el estudio de grabación con ideas para «Pet Sounds». En 1962 debutaron para el sello Capitol Records con «Surfin’ Safari», inaugurando un estilo en el que mezclaban los armónicos a lo The Four Freshmen y el doo-wop con temáticas en las canciones sobre chicas, surf y playa. Pero para «Pet Sounds», Wilson pretendió un cambio de rumbo que implicara un crecimiento del grupo y una nueva etapa hacia la «madurez» musical, una decisión sonora que contó con la oposición de Capitol que temió que con esa transformación tal vez perdían a la gallina surfera de los huevos de oro, y que no gustó tampoco a algunos miembros del grupo. Nada, Brian Wilson estaba convencido. Pensó en desligarse de sus colaboradores en los últimos discos y contactó con Tony Asher, un antiguo trabajador de una agencia de publicidad autor de numerosos jingles y de sintonías comerciales para la radio. Wilson y Asher comenzaron a escribir «Pet Sounds», mientras el primero reclutaba a los músicos con los que Phil Spector levantó su «Wall Of Sound». Porque la gran referencia de este disco, junto al «Rubber Soul» de los Beatles publicado un año antes, son las producciones de Spector y su forma de tratar las pistas vocales e instrumentales durante la mezcla y postproducción de la obra.
«Pet Sounds» fue lanzado en mayo de 1966 con un cabreo notable de Capitol Records que observó, primero, como los costes de grabación se encarecían hasta el día de su publicación y, después, que no vendió lo esperado por la compañía. El público quería a unos Beach Boys alegres y en modo frívolo como los de antes de ese disco. Pero Brian Wilson estaba ya en otra onda, enfermedad mental y consumo de estupefacientes de por medio, que le llevaba a asegurar cosas como que «Dios estuvo con nosotros todo el tiempo de grabación de «Pet Sounds». Podía verlo y sentirlo. Dios estaba conmigo». Y siguió en esa senda para su posterior trabajo, «Smile», el disco autoproducido y maldito que tardó casi cuarenta años en publicarse y que contó con la colaboración de otro genio de la composición: el músico, arreglista y letrista Van Dyke Parks. En Capitol Records sacaron unos grandes éxitos de Beach Boys para asegurar recaudación a corto plazo.
La «sinfonía para dios» como también se conoce a «Pet Sounds» sigue encabezando los primeros puestos de los mejores discos publicados durante el siglo pasado. Es un trabajo extraño y bonito de sonido único en el que quedó plasmado la imaginación y el talento de Brian Wilson mientras recibía la incomprensión de Capitol Records y puñaladas por la espalda de algunos de sus compañeros de Beach Boys. «Sin «Pet sounds», el «Sgt. Pepper’s» (de los Beatles) no habría sido posible», la frase no es de ningún bibliógrafo del grupo ni de un musicólogo. Lo dijo «el quinto Beatle» George Martin.
José Martín S.