Que al realizador británico Julien Temple (Kensington, 1952) le obsesiona la música es un secreto a gritos. Ha sido cronista de Sex Pistols y del punk en varios de sus trabajos audiovisuales como en «The Great Rock’n’Roll Swindle» (1979) o «La mugre y la furia» (2000), se ocupó de la trayectoria del talento de The Clash en «Joe Strummer: The Future Is Unwritten» (2007), filmó al músico fundador de Dr Feelgood, Wilko Johnson, tras ser diagnosticado de un cáncer de páncreas en el emotivo «The Ecstasy of Wilko Johnson» (2015), ha dirigido decenas de videoclips y ha homenajeado al festival de Glastonbury. Además, en su faceta de director cinematográfico lo musical siempre ha estado también presente como atestigua «Absolute Beginners (Principiantes)» de 1986, con David Bowie, Ray Davies de los Kinks y Patsy Kensit de intérpretes, película que supuso un rotundo fracaso comercial en la carrera de Temple.

Shane MacGowan, pirata del mar Celta

En «Crock of gold»: Bebiendo con Shane MacGowan (2020)», Temple ha decidido fijarse en Shane MacGowan, el que fuera cerebro y voz de The Pogues, el grupo que mezcló de forma original y festiva la tradición musical irlandesa con el punk que había eclosionado pocos años atrás en Inglaterra. Con un tono agridulce adornado con divertidas animaciones del octogenario ilustrador Ralph Steadman, figura esencial de la contracultura americana que realizó portadas de discos para Frank Zappa o The Who, vemos a MacGowan en el presente intentando contestar las preguntas de amistades y compatriotas, como el productor del documental y actor Johnny Depp, el líder del Sinn Féin Gerry Adams o el músico escocés de Primal Scream y The Jesus and Mary Chain, Bobby Gillespie.

El fundador de The Pogues, lleva años postrado en una silla de ruedas debido a una fractura de pelvis. En varios instantes del documental parece ausente o ido, y responde con dificultad y parsimonia malsana a las preguntas que le hacen. Los excesos de décadas pasadas han convertido a MacGowan en un Ecce homo prematuramente envejecido.

Trailer de «Crock of gold»: Bebiendo con Shane MacGowan » (2020)

La nueva ola británica tras el punk no le interesó nada a Shane, que antes de aprender a tocar un teclado electrónico y fijarse un tupe con laca acorde con las estéticas reinantes de la época, prefirió retomar la esencia de la tradición musical irlandesa en la que creció, pero añadiéndole sonidos de fuentes como el ska, el reggae y el punk que la crítica bautizaría como un género en ciernes: el «celtic punk». El documental de Temple transita desde la infancia austera de MacGowan en una aldea irlandesa, al concierto homenaje que recibió al cumplir sesenta años en 2018, con ilustres invitados al evento como Nick Cave, Sinéad O’Connor, Bono o miembros de The Libertines. Y, entre un instante y otro, algunos momentos de cima, como la charla que mantiene MacGowan con Gerry Adams acerca del conflicto irlandés, Joe Strummer en imágenes de archivo del siglo pasado alabando el romanticismo de las letras del líder de los Pogues o el cachondeo entre copas que se trae el Shane frente a Johnny Deep. Tal para cual.

Parafraseando al protagonista de este brillante documental que se alzó con el Premio Especial del Jurado en el Festival de San Sebastián, edición 2020: «Fuimos mejores estando sobrios, pero no fue tan divertido». Una máxima que podría figurar en su futuro epitafio.

José Martín S