Al escribir en 1994 sobre «Hex» de los británicos Bark Psychosis, el crítico musical Simon Reynolds acuñó el término de post-rock mencionándolo por primera vez en un medio, dicen, para la revista Mojo. Un aparente nuevo estilo musical, no exento de revisionismo y de miradas al pasado, en estado embrionario.
Casi treinta años después, «Hex» sigue sorprendiendo por su producción audaz y porque, como oyente y, sobre todo escuchado por primera vez, es difícil prever lo que te vas a encontrar en su sonido a la vuelta de la esquina. El disco comenzaba con «The Loom». A unos sencillos acordes de piano se le iban sumando cuerdas, percusión y una voz espectral fugaz que parecía provenir de una línea telefónica obsoleta que transmitía un mensaje ambiguo y misterioso: «Solo vine a verte sonreír (…) Va a funcionar de todos modos» La grabación de “Hex” comenzó en 1992. Bark Psychosis venían de publicar EP´s y varios singles y buscaban un sonido distinto para su primer larga duración, por lo que escogieron la iglesia St. John de Londres para grabar parte de la obra.
Una acústica que se pega como una lapa a los momentos sonoros más solemnes y sepulcrales del debut de la banda británica, como sucede por ejemplo en la lánguida y mortecina «Fingerspit», un tema agónico y fascinante que comienza con el intento de arranque de un destello y deriva en una sesión de espiritismo en la que se invoca a una jam session. Esa sensación de libertad controlada, recorre los siete temas de «Hex». En «Eyes and smiles» no solo están bautizando el antes mencionado post-rock escuela Tortoise o Sea and Cake a juzgar, también, por temas como «Absent Friends», si no que incluso abrazan el dream pop del momento y de la década anterior. Esas texturas y armonías al ralentí que encumbraron grupos como Slowdive, Cocteau Twins o This Mortal Coil.
Graham Sutton, el jefe de todo esto, tardó diez años en volver a reunir al grupo. En 2005 se publicaba «Codename: Dustsucker», una continuación, en esencia, 100% Bark Psychosis a la que sumaban la participación en la percusión y autoría de dos canciones de Lee Harris de Talk Talk y la voz de Throwing Muses. Hasta hace una década, el extraño «Hex» ha sido una obra olvidada y eclipsada por otros grupos de post-rock más «accesibles» del género, que encajaban mejor con la música al margen de las listas de ventas y en la programación de festivales musicales. Ayudó a su resurrección la reedición en vinilo que se llevó a cabo en 2012 donde quedó patente su vigencia volviendo a alumbrarse el misterio de su sonido, lleno de curvas, lugares ocultos a descubrir y de fundidos a negro intermitentes.