¿Cómo orientarse en la jungla del 60’s garage?
La selva del garage de los sesenta es enorme, frondosa, caótica y con muchas zonas impenetrables. Los que se dedican, desde hace décadas, a la arqueología musical de vez en cuando desentierran canciones que son como pepitas de oro en medio de una ingente cantidad de fango. En este artículo, me referiré exclusivamente al garage de los 60 (especialmente el período 65-69) y con especial énfasis en las bandas norteamericanas.
La teoría oficial, con todos los matices que se le puedan poner, es que el garage es la respuesta inmediata de la muchachada de distintos países y continentes a la llamada ‘British Invasion’, encabezada por Beatles, Rolling Stones, Kinks y Who. En efecto, chavales de instituto de medio mundo (especialmente de los EEUU) quedan magnetizados por esos grupos y su frescura. La reacción inmediata es que miles de adolescentes se encierran en el garaje (de ahí la etiqueta) de sus viviendas unifamiliares para emular a sus ídolos. Para ello usan lo que tienen a mano, porque creen que ese ruido puede hacerlo cualquiera sin excesivos conocimientos musicales.
Y ahí reside la gracia: al no contar, en la mayoría de los casos, con discográficas, con estudios medio decentes y disponer de un instrumental muy precario, echan mano de su ingenio y, consciente o inconscientemente, crean un sonido mucho más crudo, sucio y, todo hay que decirlo, dejan de lado la flema británica para expresarse con la rudeza propia de la tierra de los colonos.
Cómo reconocer un tema de garage
Si hablamos sólo de rasgos estilísticos una canción de garage se caracteriza por un riff o fraseo de guitarra sencillo, rotundo y pegadizo. La mayoría de ellos apenas precisan de dos, tres o cuatro acordes de guitarra. La batería suele ser machacona y cavernícola, simple pero contundente, el cantante se desgañita como si le estuvieran aplicando el garrote vil y puede acompañarse de pandereta, maracas u otros chismes de persusión. Sonidos típicos del garage son el que produce el pedal fuzz (un zumbido característico en el sonido de guitarra) y la presencia casi constante de un órgano. Depende de la capacidad de los músicos, podemos encontrar solos de órgano o de guitarra. Instrumentos emblemáticos del género son las guitarras y amplificadores de la marca Vox, o guitarras procedentes de la música surf, como la Fender Jaguar y otras. Otro emblemático instrumento era el órgano, preferiblemente un Farfisa del modelo Continental.
Una grandísima parte de ese material probablemente ni se registró, otra parte se grabó en singles de acetato (un material más basto y caduco que el vinilo). Los más privilegiados lograron que algún sello les editara un single o dos, o bien un EP. Y los más privilegiados entre los privilegiados lograron firmar un contrato para uno o varios álbumes (Por ejemplo: Sonics, Wailers, Count Five, The Standells, Chocolate Watch Band, Question Mark and the Mysterians, Music Machine, The Seeds, The Remains, 13th Elevators, Syndicate of Sound, Blues Magoos, The Electric Prunes…)
20 PIEZAS IMPRESCINDIBLES DEL GARAGE SIXTIES:
1. MOVING SIDEWALKS: 99TH FLOOR
Esta canción contiene uno de los riffs de guitarra más poderosos del garage sixties, sin duda, y con un buen solo de guitarra y un puente muy logrados, que te conducen al clímax de este torpedo de 2’18 minutos de duración. Su autor, Billy Gibbons, más tarde pasó a ser miembro fundador de los ZZ Top y dejó crecer su barba de talibán. Una versión muy potable de este tema es la que publicaron a principios de los 80 los Chesterfield Kings, de Rochester, junto a Nueva York.
2. THE REMAINS: HANG ON SLOOPY
En 1966, The Remains era la mejor banda de Boston, prueba de ello es que fueron el grupo elegido para abrir con su actuación el famoso concierto de los Beatles en el Shea Stadium. El grupo, liderado por Barry Tashian, tenía un disco de estudio extraordinario pero que no era ni un pálido reflejo de la energía que desataban en sus directos. Esta energía arrolladora queda bien plasmada en un directo sin público editado junto al disco de estudio o bien de forma individual, con títulos como ‘Live in Boston 66’ o ‘A Session with the Remains’. Lo que tocan en esa sesión son, en su abrumadora mayoría, versiones de lo que estaba de moda entonces: pasan por sus manos The Kinks, Chuck Berry, Bob Dylan y Bo’ Didley. El «I’m A Man» que se marcan de este último es un tsunami eléctrico que arrastraría a Sonic Youth. (¡¡Y estamos hablando de 1966!!). Pero, para mí la gran joya es Hang On Sloopy, donde convierten la cancioncilla adolescente que firmaron los Mac Coys en una brutalidad desinhibida de garage punk.
3. COUNT FIVE: PSYCHOTIC REACTION
Este quintento, cuyo nombre es un juego de palabras entre ‘contar cinco’ y ‘cinco condes’ (por eso iban ataviados con capas negras al estilo del Conde Drácula), tiene el honor de haber firmado uno de los himnos más indiscutibles del garage rock. De hecho, esta canción, con un riff de guitarra fuzz genial que es la esencia del tema, no falta en ninguna lista de grandes hits del garage. Está documentado que eran envidiados por otras bandas coetáneas por ser autores de este pelotazo. Uno de los miembros de Count Five cuenta en una entrevista que, entre las bambalinas de un festival, fue abordado por el mismísimo Jim Morrison quien le espetó: “Los Doors somos mejores que vosotros pero nos falta un gran hit, algo que vosotros sí tenéis”. El count five termina la anécdota así: “Al cabo de un rato me di cuenta que Morrison tenía la cara cubierta de mostaza”. Lo único que puede reprocharse a Psychotic Reaction es que a menudo eclipsa el álbum y otros singles de Count Five que son extraordinarios. Todo el disco merece la pena y se abre con un temazo que, para mí, está al nivel de Psychotic Reaction: ‘Double-Decker Bus’. La portada original del álbum también tiene su anécdota: los Count Five se metieron con sus siniestras capas en un cementerio, a fin de que un fotógrafo les hiciera una sesión de fotos posando entre tumbas. En un cierto momento, el fotógrafo resbaló y cayó en el fondo de una tumba vacía. Los ‘cinco condes’, alarmados, se asomaron a la fosa y el fotero obtuvo entonces un magnífico contrapicado de los miembros de la banda tumbado en el fondo del agujero.
4. THE OUTCASTS: 1523 BLAIR
Probablemente este sea el tema más veloz y salvaje de la historia del sixties garage. Originarios de San Antonio (Texas), este oscuro grupo grabó esta salvajada que se inicia con un acorde saturado de guitarra, un redoble trepidante inacabable, y un chillido agudo como de un gato endemoniado. La pieza nunca baja el pistón de velocidad, la batería sigue redoblando desde el principio hasta el final, recordando la fabulosa batería del ‘Seven and seven Is’ de los Love. La guitarra sigue cabalgando desbocada sobre la tremenda sección rítmica y la voz solista se impone a grito ‘pelao’ sobre toda esa locura. El sello Penniman ha reeditado el single con su aspecto original y a un precio muy asequible.
5. THE SONICS: PSYCHO
Recuerdo con precisión cuando me enamoré de la música garage. Fue una noche del lejano 1987 en un bar llamado “Persépolis” (No lo busques porque hace muchos años que cerró) situado en la calle del Cardenal Cisneros, de Madrid. Cuando escuché allí mismo esta brutalidad de los Sonics, aluciné con esos redobles elementales (pero únicos) de batería y esa voz que chillaba como poseída por una legión de demonios. Desde ese preciso instante, quedé irremediablemente prendado para siempre de este género musical. Los Sonics son además autores de una buena ración de clásicos garageros: ‘Cinderella’, ‘Strychnine’, ‘The Witch’, ‘Have Love Will Travel’… Todos ellos se editaron primeramente como singles, pero se pueden encontrar en sus dos primeros álbumes: ‘Here are The Sonics’ y ‘Boom!’. El sello distintivo de ‘los sónicos’ es que les acompañaba un saxofonista, que se limitaba a reforzar los riffs de guitarra y bajo, lo cual les confería un especial sonido que les acercaba al schizo rock’n’roll e incluso al psychobilly.
6. QUESTION MARK AND THE MYSTERIANS: 96 TEARS
Por ese arreglo hipnótico de órgano Farfisa que recorre toda la canción, ‘96 Tears’ se ha ganado un lugar de honor en todas las listas de garage habidas y por haber. El despecho hacia la novia que ha tomado las de Villadiego, abandonando cruelmente al desgarrado enamorado es un tema que da mucho juego en las canciones de garage: “Vas a llorar 96 lágrimas” (ni una más ni una menos). Este himno se puede encontrar en el primer álbum de este grupo fronterizo (los rasgos de todos sus músicos son mexicanos) pero ¡atención!: si este álbum es grandioso, el segundo, denominado ‘Action’, es mejor aún: por producción y sonido y por temazos como el ‘Girl (You Captivate Me)’, una de mis canciones de garage preferidas. Como curiosidad diremos que el fanzine que acompañó a la movida madrileña desde 1982 se llamaba ’96 lágrimas’ en homenaje a esta canción.
7. LES SINNERS: NICE TRY
De la parte francófona del Canadá salen estos pecadores (de la pradera), que componían temas en francés y en inglés. Tuvieron un momento de inspiración y facturaron este «Nice Try», trallazo de garage punk que apareció en el Pebbles nº 13. Allí se explica que este tema está extraído del álbum «Sinnerysme», que me pasé años buscando, creyendo que iba a ser la octava maravilla y me pesó mucho constatar que el mejor corte con mucha diferencia era este ‘Bonito intento’. El resto del LP era para arrojarlo al váter y tirar de la cadena varias veces… ya me entendéis.
8. THEM: I CAN ONLY GIVE YOU EVERYTHING
Todos sabemos que la carrera musical de Van Morrison es amplísima y atraviesa por fases muy diferentes entre sí, que abarcan casi todos los palos: rythm & blues, blues, psicodelia, jazz, pop, rock, etc. Con los Them, su segundo grupo, (antes, había sido saxofonista de un combo llamado The Monarchs), el ‘león de belfast’ despacha algo más de media docena de álbumes entre 1965 y 1979. En el primero de ellos, se incluye la archifamosísima ‘Gloria’, que sin duda es un himno que marcó época. Pero yo, como tema de garage con un riff mortífero de guitarra, me quedo con esta ‘I Can Only Give You Everything’, incluida en ‘Them Again’, el segundo álbum de la banda que, dicho sea de paso, es extraordinario en su integridad.
9. THE GROUPIES: PRIMITIVE
Procedentes de Nueva York, The Primitives, con Cooker (de nombre real Norman Desrosiers) a la voz y la armónica, Pete Hendleman en la guitarra, Gordon McLaren en el bajo y Bobby Cortez a la batería, fueron una de esas bandas oscuras y perdidas de la que poco o nada se sabe. A comienzos de 1966, el sello ATC Records lanza su único single, con ‘Primitive’, una joya de garage cavernícola dominada por una batería que parece los tambores de guerra de una tribu Apache y una especie de pandereta con la que parece que el cantate se está fustigando mientras ruge con voz ronca la letra de este atormentado hit.
10. THE FIVE CANADIANS: WRITING ON THE WALL
Este tema es inconfundible, porque arranca con un órgano Farfisa interpretando los acordes de la Sonata nº 15 de Mozart para virar rápidamente a un rápido fraseo rápido típico del garage. El Farfisa seguirá teniendo el protagonismo en toda esta frenética canción, que perfectamente podría haber sido un tema de los Question Mark and The Mysterians. Este es el único single que grabó este combo que, pese a llamarse ‘Los cinco canadienses’, en realidad eran de San Antonio (Texas). La canción fue rescatada en el quinto volumen de Pebbles y hace unos años, el disco fue reeditado por Sundazed, así que es posible encontrarlo.
Firma: Chiri DDT
Chiri Ddt es periodista y dibujante. Fue batería y coautor del grupo madrileño DDT entre 1995 y 2011. Lleva años y años de su vida trasteando con el mundo de la música, su mayor afición.