El año pasado publicaron su debut titulado “Bright Green Field” (Warp/Music As Usual, 2021), trabajo donde se incluía la asombrosa «Narrator”, casi nueve minutos de post punk iracundo que contaba con la voz y los aullidos de la compositora avant folk Martha Skye Murphy, y con un video, ¡ojo con él!, del artista y realizador Felix Geen.
Aunque sea difícil no recordar y asociar lo que hacen estos veinteañeros ingleses con las músicas que surgieron tras la debacle del punk a finales de la década de los setenta, el quinteto de Brighton muestra incomodidad con el etiquetado «post-punk». Squid define su estilo como rock experimental con ramalazos de música electrónica que incita al baile sí o sí devoto, y vaya si se nota, de Talking Heads, !!!, Bloc Party, The Rapture, Devo o Radio 4. En algunos temas de sus primeros Ep´s, llegaban a coquetear con el jazz improvisado y experimental, lo que les llevó a autodefinirse irónicamente como un grupo que hacía «bedroom jazz», jugando con el término, hoy tan en boga, del “bedroom pop” que engloba a los músicos que componen desde la austeridad con los mínimos elementos de producción en su habitación, o simulando que lo hacen desde esa intimidad.
El productor Dan Carey (responsable de las capas sonoras de Fontaines D.C., Black Midi, Kae Tempest o Goat Girl) está detrás del exuberante sonido de “Bright Green Field” (Warp/Music As Usual, 2021). Carey ha sabido conectar con la riqueza y agitación de la formación inglesa, que lo mismo optan en un tema por un riff de guitarra a lo Talking Heads, que desarrollan un bucle al más puro estilo de bandas progresivas alemanas de los sesenta y setenta como Can o Neu!, que retuercen su sonido hasta generar una montaña de ruido y caos que terminan apaciguando de forma sorprendente. Caos controlado, sí. “Campo verde brillante”, lo último de Squid, supone once cortes en algo menos de una hora de duración que han de recorrerse del tirón, como si se paseara a través de un paisaje imaginario reversible en el que puede sucederte cualquier cosa inesperada. Como la vida misma, y por momentos, mucho mejor que ella y más emocionante.
José Martín S