¡¡Jueves!! Hoy sí que sí!! Buah!! Hoy voy ya a tiro hecho, me decía. “Ayer, bueno, es que era la primera toma de contacto, pero hoy voy en modo periodista total” además ya sé donde están las cosas y conozco al de la puerta, pobrecico los 5 días que se pego al solitrón solo para controlar quién entra en la carpa…
Pues sí, llegué allí a eso de las 17 horas, reluciente, ávido de noticias y de música. Dispuesto a aguantar estoicamente todo el día. Había descansado bien, la pasión musical recorría mis venas y ¡nadie se pondría por delante de mi objetivo! Yo ya era un veterano, ya sabía mucho más que los nuevos que estaban por la sala de prensa. Estaba completamente dispuesto a comerme el festi. Hasta que saqué las cosas de la mochila allí y me di cuenta de que los micros se habían quedado en casa y el móvil estaba a la mitad y sin batería… En fin. Así que miré al techo de la carpa con la esperanza de que cayera del cielo un cargador de la marca de mi teléfono, cosa que no ocurrió en todo el día y eso que mi compi Carol me ofreció uno. Pero claro, esta gente de clase alta usa la «manzana». En fin. ¡Da igual Miguel! En breve vas a estar en el foso … emm, por cierto… ¿de quién? ¿qué grupos tocan? Venga, veamos el planning que supervisamos ayer.

Quizás el Jueves se pudo definir como el día más alternativo de todos por las bandas que nos encontrábamos en la agenda. De nuevo, me decidí por los nombres que pasaron por mi podcast «Café con ToFtadas» y comenzar la jornada con Nothing but thieves (en la imagen superior en blanco y negro) en el escenario 3… ¿En el 3? ¡Si en ese aún no he estado!

Pese a tener que atravesar el Mad Cool de punta a punta, ya que el 3 estaba justo en la entrada del festi, llegué más o menos a la hora programada. Cámara en mano, y según las indicaciones, la entrada sería por la parte izquierda del escenario, así que me acerqué y pregunté a una chavala que estaba dentro. Le dije que si me dejaba pasar, imagina… 18:30 y hacía un solazo imponente, aparte de que la poca sombra disponible era de apenas un metro racheado del imponente escenario que desde tan cerca se hacía enorme. Ella me preguntó que tenía que esperar a que… corté la frase antes de su final, y le dije que no me habían explicado nada, cosa que era cierta.

Me escondí debajo de una sombra del escenario a esperar el momento de acceder hasta que de repente entró una mujer con mil acreditaciones colgando. Me mira y me dice.. ¿qué haces aquí? – ¡¡Pos arretratar personas!!…, le dije, jajaj, pero luego recordé que, contestara lo que contestara la víctima sería la chavala que en un gesto de amabilidad me permitió entrar… y le comenté que le había rogado a la chica que me abriera porque me estaba mareando del calor. No coló y por supuesto, le recriminó por abrime.
Allí al solitrón y al salir de nuevo me dijo… – tú aquí, en igualdad de condiciones que los demás. Momento en el que tiré de experiencia laboral para replicarle; “pero lo suyo es que nos iguales a todos, pero para estar en la sombra y no aquí al sol”. Y ahí… en ese momento, casi me convierto en el fundador del sindicato de fotógrafos quemados del Mad Cool. Todos los compañeros asintieron con la cabeza e incluso alguno levantó un puño, pero al darme la vuelta, la jefa ya estaba cerrando y me miraba con cara de … «cabronazo no hagas que esto se me vaya de las manos, bastante tengo».

Bueno… ¿y ahora qué?, ¿cómo leches va esta cámara? ¿Tengo que darle codazos a los demás fotógrafos? Luz, exposición, apertura de la Iso… arg.., ¡qué nervios! ¿Y esto de aquí? Es un subwoofer que me llega al pecho. Al lío cómo va a sonar esto.

De repente, detrás de mí comenzó la gente a gritar y entraron al escenario unos chavalines jovencitos. Me llamó mucho la atención uno. El más pequeño, cara de no romper un plato, pero leche, parecía muy muy joven. Me sonaba el nombre de la banda: Nothing But Thieves, sabía que en mi programa ya estaban pinchados pero no recordaba el por qué ni su música. Cogieron las guitarra y … ¡me cagon la leche!, qué temazo, cómo sonaba esto en el foso, no os lo podéis creer. Esa descarga de sonido recorriéndote el cuerpo como un terremoto. Yo miraba a los compañeros del foso y no entendía cómo diablos podían estar centrados en sus cámaras y no en las sensaciones que recorrían nuestro cuerpo. En ese momento, me dí una colleja a mi mismo y comencé a fotografiar, pero era muy extraño, no podía dejar de sonreír, y de vez en cuando me giraba y tiraba una foto al público, y estos a su vez de me devolvían una locura colectiva de brazos al cielo que solo iría en aumento a cada nota que la banda descargaba por esos altavoces descomunales que te remueven por dentro.


Algo me quedó claro en la segunda canción, estos chavales tocan muy bien, componen de una manera muy original y suenan del copón pero ante todo y sobre todo, se lo estaban pasando tan bien en el escenario que era realmente contagioso. Ese pequeñín que lidera el grupo es enorme vocalista. Me centré en la banda y en la fotografía, comencé a «leer» a los músicos y a anticiparme a sus movimientos. Ahora solo tenía que esperar a que mi inexperiencia con la cámara no me jugara una mala pasada. Como en casi todos los conciertos, la organización del Festival te deja fotografiar solo tres temas del show.
Las cosas como son, tres temas son pocos, apenas quince minutos. Pero da tiempo más que de sobra de empaparte, fotografiar y vivirlo como nunca antes has vivido un concierto de este calibre. Salí fuera con la intención de seguir en la onda y ver más. El concierto fue de más a menos, la adrenalina bajó y el sol de justicia hizo el resto. Así que después de tres canciones más, ya era hora de un trago de agua y de ver qué leche había hecho en el foso con la cámara. Me dirigí hacia la otra punta del Mad Cool, encontrándome con varios amigos asistentes.

Lo siguiente sobre el escenario … ¡Amyl and the sniffers!

¡Ay dios!, de nuevo los nervios. Miguel, recuerda, no te cueles que la lías otra vez… paciencia, haz como si esto fuera lo normal, como un día cualquiera… joder ¡la puñetera Amyl! Ella es una diosa del punk moderno. Tranqui…no es para tanto…, ¿qué no?.
La entrada al foso del escenario 2 era bastante impactante ya que accedimos por la torre de control. Una torre que imponía según nos acercábamos, pero que luego tampoco escondía grandes aparatos de sonido y luces. A decir verdad, la mesa digital que controlaba un pollo asado sin ventilador era relativamente pequeña y estaba a pie de suelo. Al girarme hacia el escenario me sorprendió muchísimo lo ancha que era la pasarela, pero por muy ancha que fuese, ahí había tres canaletas bien grandes y una irregularidad en el terreno que sumada a algún cable suelto hacia que miraras bien por donde ibas. La cara de la gente al verte pasar hacia el escenario era todo un poema, por que se reflejaba en sus ojos la expresión ¡qué cabrones no estáis aguantando ni la mitad de lo que estoy sufriendo yo! La pasarela fue bastante intensa, hasta el punto que llegó un momento que debido a la precaución de llevar la cámara, se hiciera un poco larga de recorrer… leche qué largo es … y miré hacia arriba.
El escenario 2 era realmente grande, una bestia gigantesca de hierros y maderas que no hacia más que crecer según me acercara, dándome la sensación de que nos iba a engullir en cualquier momento. Me quedé tan impactado de su dimensión, que fui directo a ponerme delante de un subwoofer de suelo.
Estos eran tan bestias que ni parecían altavoces, de echo me quedaban a la altura de la cabeza, y mido 1.82. Eran inabarcables. Ahí empecé a temer por mis oidos, por que solo en un lateral donde estábamos colocaron cuatro bicharracos de estos.
Entró Amyl y los esnifadores de una manera tranquila y muy ordenada. La verdad es que aquello no parecía una banda de punk; una batería normalita pero resultona, un bajista que no destacaba demasiado y un guitarra que parecía sacado de una peli mala del oeste. Detrás del cuarteto, dos amplificadores Marshall que la verdad no eran para estar muy orgulloso y sin mediar ni media, explotó un torbellino de pelo decolorado y pintalabios rojo a correr, saltar, gritar, bailar… pero.., pero ¡estate quieta chiquilla! … JAJAJA, eso fue casi lo que tuve en mente durante los quince minutos que estuvimos en el foso. Los demás componentes estaban prácticamente estáticos, pero ella… ella dió una clase de fitness y energía que pocas veces he visto en un escenario. Literalmente se lo comió junto a la pasarela en tan solo dos canciones. ¿El sonido? bueno, aquello era grande, pero una banda de este estilo no necesitaba de un gran sonido. De hecho, quizás su encanto es precisamente ese sabor a punk londinense old school que se traen.

Apunto de finalizar la tercera canción nos batimos en retirada como animales dañados por una lanza en el costado y es que, joer qué bien se estaba allí. Mientras atravesaba de nuevo la pasarela central fotografiaba a una Amyl que volvía de la plataforma central, y crucé una mirada fugaz con ella, que me guiñó un ojo a modo de despedida… bueno a lo mejor no era tan bonito el momento y se le metió algo en el ojo… el caso es que aún cámara en mano, ejecuté yo mi propia ola de gente enfocando al público desde la pasarela y friendo el objetivo mientras la peña al ver la cámara, levantaba los brazos y gritaba enfervorecida.
Sí, Amyl la energía de Amyl se expandió a todos los asistentes, una vez fuera y viendo a un público más holgado de sitio, pocos eran los que resisten a no mover al menos un pie al ritmo de la banda. Triunfaron y me relajé, me pedí una caña y disfruté como un chiquillo del resto del concierto desde la distancia hasta que comenzaron a despedirse. En ese momento, estaba en blaco y me dispuse a mirar cuál sería ahora mi próximo destino. Y, esta vez sí, un escalofrío recorrió mi cuerpo.
No, esto no me lo iba a quitar nadie, así que me entraron las prisas y salí corriendo a prensa para dejar la cámara y todo lo que fuese imprescindible. Pero a media altura del stage 1, se me quitaron las prisas y la imagen no me cuadraba, en el escenario 1 no había mucha gente… qué raro, tan incrédulo estaba que miré dos veces los horarios de conciertos para estar seguro de que el directo era allí.
Volví de la carpa me puse todo lo cerca que pude del escenario, encontré a compañeros de viaje y de repente … nos cayó una apisonadora encima. Los Deftones.

No me lo podía creer, nuestro cuerpo vibraba solo con cada golpe de bajo, la potencia que sacaron junto a la precisión de lo que estaban tocando, literalmente te hacía volar. Estas mariposas del estómago no desaparecían, sabíamos que esto no era solo música, esto era más una pelea; las afinaciones graves y el bestial bajo acompañados de ese batería lleno a rebosar de creatividad y de groove nos golpeaban sin cesar una y otra vez. Mientras, Chino Moreno, endulzaba toda esa vorágine agresiva equilibrando de forma magistral una ecuación que se hacía por momentos adictiva.
Pasaron las dos primeras canciones y miré hacia atrás, había gente, pero la mayoría parecía más preocupada de hacerse fotos de lo que allí estaba sucediendo. Recordé que no había hecho ni una foto para Deftones y saqué mi teléfono móvil. Entonces, en un silencio solo interrumpido por los plastas que no se callan ni debajo del agua durante la música en directo, Chino se acercó a nuestra zona y con solo dos golpes de batería… ¡solo con dos!… el stage 1 se vino abajo.

Después de un par de canciones más caí en la cuenta de que la pantalla central emitía algo y no conseguía verlo bien ya que estábamos un poco ladeados. Busqué otra ubicación para ver el concierto desde otra perspectiva. Al ir hacia atrás y ver el escenario de una manera completa me quedé atónito. El concierto cambió radicalmente desde ese punto. Vale, ya no sentía patadas en culo con el bajo, pero todo se tornó… como explicaros, como una obra de arte con música. Las pantallas comenzaron a lanzar unas imágenes que le daban la vuelta por completo al concepto del concierto. Eran imágenes hipnóticas pero no en bucle, a veces crudas o duras de ver, pero con colorido. Acompañaban la voz de Chino de una manera espectacular, de hecho, me percaté de que apenas había focos en funcionamiento.
De repente Deftones me metió en una habitación vieja con muebles de madera donde nos mecían mientras algo siniestro acechaba. Aquello cobró un sentido muy distinto a lo que es una «fiesta» de concierto. Esta sensación solo se vio parada por unos instantes cuando Chino nos dió una sopresa enorme a todos y llamó al escenario a Jason Aalon Butler. Sí, apareció el cantante de Fever 333 y militante en la banda punk Pressure Cracks por un lado del escenario como un salvaje, y cogió un micrófono para cantarse un tema del discazo «Around the Fur«, puro y auténtico Numetal.

Catorce… catorce temazos cayeron… me dejaron literalmente para el arrastre. Solté tanta adrenalina que realmente no podía más. Se vino todo de golpe, haber estado en el foso, las carreras y este pedazo de concierto me dejaron completamente derrotado. No sé de dónde saqué las fuerzas para ir a ver una banda tapada por Imagine Dragons llamada Brutus. Como el malo de Popeye, pues igual. Son los de esta imagen.

Arrastrándome hasta el stage 5 y sin apenas fuerzas, entré en esa carpa donde todos estaban boquiabiertos. Brutus tiene de todo menos quizás brutalidad y la imagen rompe bastante con el nombre, ya que hablamos de un trío encabezado por una diosa musical llamada Stefanie. Tiene algo muy grande esta banda poco conocida y casi señalada como «under» aún y es que no sé si impacta su música más que la escena que vives en el directo. Los belgas, musicalmente hablando, y para entendernos, son un poco como Toundra, pero quizás con las baterías algo más sencillas. Además de tocar la batería, Stefanie es la cantante que opta por ponerse en el lateral derecho con la percusión de lado. De manera que ves perfectamente cómo toca permitiéndole girarse y ver al público mientras se relaciona con él mientras canta.
Os aseguro que esto en directo, gana y de qué manera y para nada penséis que a lo mejor esta actitud punk en la voz de este tema es el único registro que tiene… que no se os olvide que está tocando la batería que escucháis a la vez, porque son capaces de pasar de canciones super épicas y cañeras a lo más delicado en un solo instante. Me recuerda mucho y no lo digo para mal, ni tampoco sé por qué, a las voces de música dance de los 90 que había antes. Cuando llegó su tercer tema, me enamoré de ellos.

Cansado de la larga jornada ahora tenía una encrucijada que no se resolvió bien, eran las 23:45, Brutus acababa de arrasar y tenía que aguantar despierto tres horacas aún de festival. Además, con cosas que no me interesaban demasiado como Imagine Dragons. Después de la caña vivida con Deftones y Brutus, qué queréis que os diga, grupos de esos estilos se me presentaban como nanas para irse a dormir si sumamos a ello el cansancio que me asediaba. Así que, el resultado era, irse para casa… o esperar dos horas para ver a uno de los mejores talentos del rock que hay hoy en la escena. El rey del groove, de la crudeza y del espectáculo en vivo: Reingwolf .

Un multiinstrumentista que en los directos transmite tal entrega que no hay nadie que salga indiferente de sus conciertos. Sus canciones no paran de dar vueltas en el reproductor de cds de mi coche. Un auténtico lobo solitario. Él solo, repito, él solo, en el escenario es capaz de hacer cosas que a día de hoy son impensables. Como ponerse un gorro de lana mientras estás a treinta grados en una carpa bajo los focos. Y sí, en cierto momento, entra un batería de apoyo, pero Reingwolf se come el escenario como si no hubiera nadie más sobre él y le da al público dentelladas haciendo de cada directo que ofrece algo único. ¿Tantos halagos Miguel? Sí, y pocos me parecen al escuchar como se las gasta él solito rodeado de instrumentos en un directo más que recomendable.

Texto y fotos de Miguel Araiz. Músico en Dieaway y presentador del podcast musical Café con ToFtadas, disponible en plataformas y en emisoras de FM.