Inicios de la década de los setenta en Detroit. Tres hermanos negros apellidados Hackney – Bobby, Danis y David– comienzan a tocar y a ensayar con la intención de crear un grupo que pusiese banda sonora a los conflictos y brechas sociales de su país que les llevaban estallando en la cara desde la infancia.
Sus referencias nada tenian que ver con las que por entonces fabricaba en su ciudad el sello discográfico Motown ni con previsibles sonidos de la música hecha en aquella época por afroamericanos. Sentían fascinación por los Who y apreciaban el carisma irreverente de Alice Cooper. La escucha de Parliament y Funkadelic formarían también parte del aliño en el que consistió la mezcla primitiva de estilos de diferente signo y color que dio forma definitiva a DEATH. El trío de músicos que cometió el error de aparecer en escena demasiado pronto y en la zona de EEUU equivocada.
El mismo nombre del grupo ya era una audaz provocación que nadie comprendió. MUERTE hacía alusión al impacto que provocó en los hermanos la prematura desaparición de la figura paterna en accidente de tráfico, cuando llevaba al hospital en su coche a gran velocidad a un herido que trabajaba con él. Además para ellos era un concepto más asociado a la vitalidad y al albor de la vida por oposición que un homenaje sórdido y reivindicativo de la misma. Tras unos inicios tambaleantes llamados Rock Fire Funk Express, quedan embrujados cuando acuden a ver a The Who y a Alice Cooper en directo y deciden mutar en Death.
Editaron el single «Politicians in my eyes/ Keep on knocking» y grabaron un disco de siete cortes en 1974 titulado «… For the Whole World to See» que nadie publicó, a pesar de caer en las manos de Clive Davis, presidente de Columbia Records, que propuso estrenarlo a condición de que el grupo de Detroit cambiara su nombre por otro más «comercial». A través de un intermediario, el capo de Columbia recibió de los Death la siguiente respuesta a su arriesgada proposición: «Que se vaya al infierno. No vamos a cambiar nuestro nombre». Fue el principio del fin del grupo. Un recién nacido moribundo que renacería casi cuarenta años después con la aureola de «grupo de culto» y con la triste desaparición del hermano David Hackney, víctima de un cáncer, ocurrida en los inicios de este siglo. Los otros dos, no guardaron luto por la muerte de Death mucho tiempo, y se habían reinventado en los ochenta en The 4th Movement y Lamsbread, de estilo gospel-soul el primero y más o menos reggae el segundo. Una traición a las esencias y al garaje suciote de Death que no impidió que en 2008, el sello de Chicago Drag City rescatase del fracaso al maldito «… For the Whole World to See» de los hermanos Hackney, lo que animó a los dos supervivientes del grupo a rearmarse otra vez como Death, con Bobbie Duncan esta vez como sustituto del hermano fallecido. Hasta un documental grabado ese año narró la breve historia de la formación. Lo tenéis íntegro un poco más arriba.
Claro, que lo que ellos intuyeron con olfato el siglo pasado ya estaba inventado y su vuelta a partir de 2011 parecía tener más un fin oportunista y comercial, que una continuación de la víscera del debut de grupo en otra época del siglo pasado cuando David Hackney estaba vivo y consiguieron grabar un disco que tardaría décadas en publicarse y que contenía canciones como «Politicians in my eyes», «You’re a prisioner» o «Freakin’ out», auténticos anticipos a la eclosión del punk en Londres (Sex Pistols) o en Nueva York (Ramones).