Tiene ochenta y dos años, ha vendido milones de copias de sus trabajos discográficos y llenó de público sus directos. Se editó un exitoso libro sobre su vida, se rodó una película con Angela Bassett metida en su piel y, utilizando sus temas más célebres como hilo conductor, es la protagonista de un musical que se ha podido ver adaptado con éxito en ciudades como Nueva York, Londres o Madrid. A Tina Turner (Tennessee, 1939), solo le quedaba que un documental narrara sus éxitos musicales y sus turbulencias vitales.

«Tina» (Dan Lindsay y T. J. Martin, 2021), está estructurado en cinco partes y ofrece un relato coral con los testimonios de Oprah Winfrey, Angela Bassett o Kurt Loder. Este último, coescribió a mediados de los ochenta junto a Turner su autobiografía titulada «Yo, Tina». Las declaraciones leídas allí de los malos tratos sufridos por la cantante a manos de su marido durante los quince años que duró el matrimonio, cayeron como un jarro de agua gélida sobre la opinión pública. Un testimonio, en parte ya conocido, debido a la entrevista que Turner concedió a principios de la década de los ochenta a la revista People narrando la cadena de «torturas» y vejaciones que padeció a manos, o a garras, del músico Ike Turner fallecido en 2007. “Durante años odié a Ike. Cuando murió, me di cuenta de que estaba enfermo. He tenido una vida de abusos y no hay otra forma de contar la historia. Esa es la realidad y tengo que aceptarla”, expresa en el documental.

Ike y Tina se habían encontrado en los clubes de música de Missouri cuando ella era una adolescente. Él gozaba de prestigio gracias a publicar en 1951 «Rocket 88», un tema pionero del rock and roll, y por encabezar la formación The Kings Of Rhythm, donde Tina se forjó como fogosa vocalista a partir de 1957. Deslumbrado por su talentazo, Ike le propone formar un dúo: Ike & Tina Turner que debutó en 1960 con «A fool in love», donde ella canta algunas frases que parecen casi una premonición de lo que vendría: «Me hace sonreír cuando debería estar avergonzada. Me hace reir cuando me duele el corazón. Creo que soy tonta porque hago todo lo que me pide». La relación artística entre ambos, ¡ay!, acabó siendo también sentimental.

(Hagamos ahora un inciso en forma de flashblack. La madre de Anna Mae Bullock, nombre real de Tina Turner, había huido de la casa familiar en Tennessee aterrada por los malos tratos perpetrados por su marido, y Tina acabaría siendo acogida y educada por su abuela junto a sus dos hermanas pequeñas. Abandono, abusos, y malos tratos. Una dramática repetición de patrones).

Antes de casarse en 1962, Ike Turner propuso el cambio de nombre artístico de «Anna» a «Tina» y le cedió su apellido. Ike & Tina Turner, dieron multitud de conciertos a un ritmo de trabajo bestial, llegando a ofrecer en ocasiones más de un directo al día. Un frenesí de giras interminables acompañadas de somníferos, cocaína y de un vínculo entre el dúo tormentoso. En 1976, hospedados en el hotel Hilton de Dallas, y tras la énesima paliza recibida entre concierto y concierto, Tina Turner hace las maletas y huye del maltratador. Fue un 4 de julio, fecha que la cantante bautiza con ironía como su “día de la liberación”. Tras el divorcio en 1978 en el que renunció a casi todo para poder agilizar los trámites judiciales y preservar la distancia hacia Ike Turner, comenzó su peregrinaje en solitario por casinos de Las Vegas y trabajó en cualquier sarao que surgiera con el que poder pagar las deudas que había contraído con los promotores de su gira pre-divorcio. La industria discográfica pensaba que Tina sin Ike no era nadie y que ya era mayor para renacer como estrella del pop, por lo que le costó publicar su primer álbum, «Private dancer» (Capitol Records) en 1984. Ese debut que incluía el hitazo de «What’s love got to do with it» acabó vendiendo millones de copias.


Tina Turner, por fin, llevaba el timón de su carrera musical y triunfaba en su arriesgada reinvención artística
. A partir de ahí llegarían los éxitos en cascada: discos como el de «Break every rule» (1986) en cuya presentación, por ejemplo, en Río de Janeiro cantó ante más de 180.000 personas, premios Grammy o actuaciones en películas como «Mad Max: más allá de la cúpula del trueno» (1985), son solo alguna de las cimas a las que Turner llegó en la madurez cuando, poco tiempo atrás, la industria pensaba que había desaparecido del mapa o que seguía unida artísticamente a Ike. Su gran momento musical vino acompañado del encuentro en lo sentimental con Erwin Bach en 1986, un ejecutivo de la industria con el que se casó en Zúrich en 2013. La artista nacida en Tennessee que se retiró de los escenarios en 2009, ya ha conquistado la paz y como expresa su marido en «Tina», el documental «es un cierre». Cierre de etapas pero tal vez no de trayectoria artística. Ha superado un accidente cerebrovascular, un cáncer de intestino y un trasplante de riñón, que le donó su marido. La leona puede volver a rugir y subirse a un escenario. Pudo con todo, por lo que los «achaques» de la edad solo parecen una piedra minúscula en el camino del torrente icónico musical de los ochenta.

José Martín S