Al comienzo de “The Velvet Underground” (Todd Haynes, 2021) se advierte al espectador que algunas de las imágenes que van a visionar pueden causar crisis epilépticas. Haynes opta por el mejor de los caminos para narrar la historia de Velvet Underground: mimetizar su forma y estética con parte del material audiovisual sobre la formación depositado en la Biblioteca Pública de Nueva York del que pudo disponer gracias a la mediación de la viuda de Lou Reed, Laurie Anderson, que propuso al director para narrar las turbulencias de un grupo de corta trayectoria, pero de influencia gigantesca en el rock posterior a partir de la publicación de la obra de icónica portada en 1967.

El documental sobre Velvet Underground que se presentó en el Festival de Cannes edición 2021

Aunque sea más conocido por sus personales melodramas como “Lejos del cielo” o “Carol”, Haynes siempre ha sido un fanático de la música a la que ha tratado en algunas de sus películas como en “Velvet Goldmine”, inspirada en las vidas de Bowie, Iggy Pop y Lou Reed o “I’m Not There”, aproximación muy original a Bob Dylan en la que seis actores daban vida, en seis registros diferentes, al legendario músico. En sus inicios, el director californiano se interesó por la vida de la cantante Karen Carpenter en «Superstar: The Karen Carpenter Story» (1987), donde contó, utilizando muñecas Barbie, sus últimos años afectada por anorexia.


En “The Velvet Underground”, Haynes empapa la historia de la Velvet de imágenes producidas y creadas en Nueva York durante la fecha del nacimiento del grupo. Mediante divisiones de pantalla utilizando los screen tests con los que Warhol inmortalizó en primer plano a sus retratados del entorno de la Factory, Haynes cede gran parte del protagonismo del documental a John Cale en una entrevista hecha ex profeso para el documento. Al otro creador del sonido Velvet, Lou Reed, lo escuchamos y vemos en grabaciones del pasado. Una presencia espectral.

El primer disco de «rock alternativo» se publicó en marzo de 1967

Reed y Cale se conocían desde principios de la década de los sesenta y habían compartido experiencias musicales previas en grupos como The Primitives, The Warlocks y The Falling Spikes, pero fue en 1966 cuando grabaron el debut del grupo que se publicaría casi un año después, tras padecer contratiempos de diferente caracter como el empeño de Warhol en que el plátano de la portada de “The Velvet Underground and Nico” fuera «desplegable», lo que dificultaba su producción en serie o algunas de sus letras, que hablaban de chulos o de heroína por lo que eran carne de censura en potencia. Finalmente Verve Records, propiedad de Metro-Goldwyn-Mayer, se atreve a publicar el disco en marzo de 1967.

Velvet Underground en sus inicios a mediados de la década de los sesenta: All tomorrow’s parties

El viaje del Greenwich Village neoyorkino a la Factory de Warhol, donde se curtieron participando de acompañamiento musical en su Exploding Plastic Inevitable, el espectáculo multimedia de vanguardia que aglutinaba proyecciones de vídeo con bailes espasmódicos de habituales en los saraos de Warhol, finalizó con la publicación de un disco que fue un sonoro fracaso. Lou Reed tomó las riendas de la formación, despidió a Warhol y a Nico, y con Tom Wilson esta vez de productor, Velvet Underground graba su segundo trabajo discográfico. Una catedral de ruido, distorsión y feedback: «White Light/White Heat» (1968) y, de nuevo, la mano gansteril de Reed, que despide ahora a J. Cale y permite la entrada de Doug Yule al bajo. La banda parece renacer prescindiendo de los talentos que ayudaron a conformarla. De hecho, el título de su tercera obra es «The Velvet Underground» (1969), así, sin Nico y como volviendo a la primera pantalla creativa del grupo. El principio del fin antes del último trabajo de la Velvet fue «Loaded» (1970), en el que Maureen «Moe» Tucker no pudo grabar todas las partes de la batería porque estaba embarazada.


Todd Haynes evita en todo momento el tópico y las loas críticas al grupo en su documental. En él, solo participan los músicos y allegados que vivieron ligados a la Velvet y a su época. Testimonios de personalidades como el cineasta y maestro del ensayo fílmico Jonas Mekas que grabó en numerosas ocasiones a la formación en directo, la actriz habitual de las series «B» de Roger Corman y asidua de la warholiana Exploding Plastic Inevitable, Mary Woronov, los padres musicales de Cale y artífices de la «drone music» LaMonte Young y Marien Zazeela o los ya mencionados integrantes del grupo John Cale y Moe Tucker.


“The Velvet Underground” es el documento audiovisual que se merecían los urbanitas, anti hippys y perversos Velvet Underground. El músico británico Brian Eno dijo que los pocos compradores del debut velvetiano del 67 formaron un grupo musical o se dedicaron a la crítica discográfica. Lo primero es seguro, a juzgar por la estela que llevan proyectando sobre la obra de Sonic Youth, Yo La Tengo, Pavement o Jesus and Mary Chain, así como en géneros musicales inminentes como el glam rock, el punk o la new wave.

José Martín S