Scott Weiland, ex líder de Stone Temple Pilots y de Velvet Revolver, falleció en diciembre de 2015. Al parecer, las relaciones que mantuvo con ambas bandas antes de su muerte no fueron fáciles. Adicciones varias sumadas a problemas de salud no resueltos contribuyeron a la temprana desaparición de Weiland a los 48 años.

«Purple» (1994), los días de vino y rosas de Scott Weiland

En plena era grunge Stone Temple Pilots consiguieron cierto reconocimiento con su debut titulado «Core» en 1992, pero fue sobre todo el posterior, «Purple» de 1994, el que rompió en las listas de ventas de la época otorgándoles gran popularidad. Allí se encontraban los que siguen siendo los mejores temas del grupo «Interstate love song», «Vasoline» o «Big empty». Un disco producido con brillantez y un fantástico reflejo de aquella época musical en el que lo comercial y el talento se daban la mano generando la obra definitiva en el modelado de sonido STP. Pero 1994, además de ser el año de la publicación de este disco, fue la fecha de la necrológica mítica del grunge: Kurt Cobain se quitaba la vida en abril y en lo sucesivo comenzaba la lenta agonía del estilo musical y la demanda del público de nuevos sonidos más festivos y hedonistas: a mediados de los noventa Prodigy iban camino de su tercer disco «The fat of the land», Chemical Brothers publicaban su debut en 1995 «Exit Planet Dust» y Daft Punk su «Homework» en 1997. El declive de STP comenzó a evidenciarse a partir de su tercer disco, que salió a la venta en 1996 y está celebrando este año su cuarto de siglo de existencia: «Tiny Music…Songs from the vatican gift shop», un álbum que mostraba cierta maleabilidad en el sonido de los californianos con esos intentos dignos de asomarse al glam («Big bang baby») o al power pop («Lady picture show»), pero que las recaídas y las adicciones de Scott Weiland lo pusieron difícil para su puesta de largo en los directos dinamitando, además, las relaciones entre los integrantes del grupo.
En febrero de 2020 STP publicaron para el sello Rhino «Perdida», segundo trabajo, y último hasta la fecha del grupo, con la voz de Jeff Gutt tras el breve paso del vocalista, también fallecido, Chester Bennington, más conocido por formar parte de Linkin Park. Un trabajo desconcertante y triste en cuyo título en español ya se sugiere lo que encontrará allí el oyente. Durante los diez temas que componen «Perdida» desfilan sentimientos en erupción en un tejido musical eminentemente acústico. El proyecto se abre con «Fare the well» y canta Gutt: «Odio decirte adiós / ¿No te das cuenta de que lo eres todo para mí? / Te echo de menos». En el tercer corte llega la emotividad de «Perdida», una canción que remite a otra época y en la que la guitarra de DeLeo destaca con ese punteo sencillo a lo Narciso Yepes.

Lo último de Stone Temple Pilots. (Son ellos, lo juramos)

Lo que sorprende realmente en este proyecto es la variedad instrumental y cómo se usa en los diferentes temas: las flautas de «I didn´t know the time», el saxo de «Years» o los violines que emparejan el disco con un estilo más próximo al folk inofensivo y orgánico que al rock testoterónico al que dieron voz sus dos fallecidos ex vocalistas. Como si el grupo de California buscara hacer tabula rasa ante las tragedias sucedidas en la década pasada e intentara hacer las paces consigo mismo. Para los fans exigentes quedará la duda de si «Perdida» es fruto de la evolución o de la desorientación y volverán a echar en falta, claro, la bilis de Scott Weiland, la electricidad habitual del grupo en los noventa y las dudas de lo que habría sido, a día de hoy, de STP de no haberse producido su prematura desaparición.