Netflix estrenó el pasado mes de febrero un documental de casi cinco horas, dividido en tres partes, sobre Kanye West. Da igual si tus géneros musicales predilectos poco o nada tienen que ver con lo que hace West. Hay que ver este documento sobre el pope del rap y el hip hop de este siglo, porque supone una interesante lectura de cómo la insistencia, si va de la mano del ingenio, es la vía más sólida y directa hacia el triunfo cuando, además, la enfermedad mental revolotea sobre la creatividad de un artista dedicado a la música. Seguro que os suenan casos de célebres que podrían figurar también en esa lista como Syd Barret, Daniel Johnston, Brian Wilson o más recientemente Sinéad O’Connor o Britney Spears. Hablamos del documental en formato trilogía «Jeen-yuhs: The Kanye West Trilogy» (2022), de Coodie Simmons y Chike Ozah.

Kanye junto a su madre, Donda West, en una imagen de «Jeen-yuhs» (2022)

Uno de los responsables de este proyecto, Clarence «Coodie» Simmons, conoció al músico a finales del pasado siglo cuando éste era un adolescente. Durante lustros, registró con su cámara los intentos de West por abrirse paso como compositor en la industria del rap y del hip hop de Chicago, tras años de proyectos como productor figurando detrás de algunos trabajos de músicos del género como Scarface, Jay-Z, Mos Def o Foxy Brown.

Durante el parón de la humanidad como consecuencia de la pandemia, «Coodie» decidió rematar el documental sobre su amigo y poner encima de la mesa todas esas horas capturadas por su cámara durante casi dos décadas. Los brutos totales grabados de la vida y obra de Kanye West que había que tratar en edición superaban las ¡trescientas! horas. «Jeen-yuhs: The Kanye West Trilogy» trasciende al documental típico sobre una estrella actual de la música americana y alterna, de forma entretenida y didáctica, los instantes de la cronología de K. West buscándose la vida de chaval, pasando por la llegada de su gran oportunidad, en verano de 2002, cuando firma su primer contrato discográfico con el sello Roc-A-Fella Records, hecho que se ve truncado al sufrir un inoportuno accidente de tráfico que le rompe la mandíbula mientras conduce de camino a Los Ángeles para grabar el que sería su álbum de debut: «The College Dropout».

«The college Dropout» (Roc-A-Fella Records, 2004), supuso un punto y aparte dentro de las propuestas del rap del momento y un matiz de «humanización» del género. Aquí no había pistolas de oro, ni poses ridículas callejeras, ni dealers, ni la utilización en los videos de mujeres contoneándose como floreros al fondo a la derecha junto al coche de lujo de turno. Sus letras trataban sobre la soledad y los problemas que podría deparar la fama tras empacharse de éxito. El veinteañero de Chicago que acababa de impactar en la industria americana como estrella de la música, se descubría como un ser humano de la calle con conflictos terrenales con los que miles de jóvenes se identificaron. Un debut que consiguió el Grammy al Mejor Álbum de Rap ese año.

Algunos de los mejores momentos de «Jeen-Yuhs» (pronunciación fonética de la palabra «genio» en inglés), se pueden encontrar en la relación del músico con su madre, Donda West, una profesora de inglés de la Universidad Estatal de Chicago que murió en 2007 por complicaciones tras una cirugía estética a la edad de 58 años. Antes del trauma que supuso para Kanye West su temprana desaparición, somos partícipes de su cercana relación y de los bonitos encuentros caseros que capturó la cámara de Coodie. Tiempo después dedicó a la memoria materna un álbum de estilo góspel- rap titulado «Donda» (2021).

También resulta emotivo el montaje en paralelo que Coddie hace de su vida y de su paternidad con imágenes entremezcladas de la consolidación del triunfo artístico de West cuando se produce el distanciamiento entre ambos. Porque parece que la fama trastocó e infló el ego del músico chicagüense, amén de recibir un diagnóstico de trastorno bipolar por el que llegó a ser hospitalizado en 2016.

«Jeen-yuhs» sugiere y muestra, a veces de forma un tanto sentimental, pero no confirma ni juzga al retratado. Puede que Kanye West, recientemente rebautizado por él mismo como «Ye» por referencias bíblicas, sea un demente narcisista o lo mismo se trate de un artista brillante y provocador disfrazado de mesías salvador. Pero es indudable que a pesar de sus excentricidades y rarezas mucha música contemporánea debe y bebe de sus innovaciones sonoras y de sus talentosas ideas de producción y composición.

José Martín S