Recientemente se produjo el décimo aniversario de la muerte del genio revolucionario de Enrique Morente. Recordamos su irrepetible figura a través de «Omega», el documental de José Sánchez Montes y Gervasio Iglesias de 2016, que contaba casi todo sobre la grabación y polémica puesta en marcha para los directos de la colaboración entre Morente y Lagartija Nick. Un trabajo que, a finales de los noventa, aunó seguiriyas, peteneras y bulerías con los magmas sonoros ruidistas de la lagartija granaína. Es decir, lo viejo y lo nuevo, clasicismo y pureza con modernidad absoluta (¿no era esa, precisamente, una de las definiciones que en el colegio nos hacían de la obra de Lorca cuyo espectro junto al de Leonard Cohen lleva recorriendo el mítico Omega desde 1996?).
“Tengo un guante de mercurio y otro de seda” (“Poema para muertos”, Federico García Lorca).

Antonio y Enrique: duende y talento.


Un viaje, desde Granada a Manhattan, que comenzó a cocinarse en 1994 no exento de tribulaciones: la muerte de la madre de Morente durante la grabación, el “esto es una mierda” con el que un directivo poco visionario de Sony despachó la escucha de una demo del disco, la (micro)presentación de la obra en Granada ante un público no muy sensible todavía a la irrupción del flamenco en el “indie” de los noventa, la puesta de largo del proyecto, medio a escondidas también y en versión reducida, en el teatro Albéniz de Madrid tras una actuación de Morente junto a Tomatito con los gritos de “¡Eso es ruido! ¡Fuera!” de parte de la platea, el abandono de Eric, batería de Los Planetas, de los directos por elegir abordar otros proyectos musicales, el desembarco y actuaciones de Omega en 2003 en Nueva York ante un nutrido grupo de fans de la obra entre los que se encontraban algunos integrantes de Sonic Youth, familiares de Leonard Cohen y Laurie Anderson entre otros, o el interés de Lou Reed por trabajar con Morente tras conocer el proyecto que frenó la muerte del primero. En realidad, la colaboración entre Morente, Lagartija Nick y Leonard Cohen comenzó siendo un par de obras separadas que finalmente se fusionaron en una. Alberto Manzano, traductor al español de Cohen, sirvió de mediador en 1993 para que el canadiense y el granadino contactaran.

Cohen y Morente: poetas en Nueva York.

Tras ese encuentro surgió la idea de la adaptación al flamenco por parte de Morente de algunos temas de Cohen. Al mismo tiempo, la lagartija tiraba los tejos también a Enrique para grabar un disco común sobre la obra de Lorca. Tras el rechazo de Sony, por aquel entonces compañía discográfica de Lagartija Nick, los dos proyectos se juntaron gracias al interés y mecenazgo de El Europeo Música que hizo posible que Omega pudiera resolverse.

El idilio entre Morente y Lagartija Nick ha cumplido un cuarto de siglo y sigue sin dejar indiferente. Desde la apertura del disco, los casi once minutos del tema “Omega” inspirados en el “Poema de los muertos” de Lorca, sorprendía la audacia que suponía entretejer todos aquellos quejíos solapados, atrapados entre montañas de guitarras eléctricas. Además, se consiguió llevar a los directos con dignidad aunque al principio, según cuenta Antonio Arias de Lagartija Nick, “todo fuera pura improvisación y cambio constante de músicos de un concierto para otro”.

“El cante no debe de ser minoritario, debe de ser mayoritario. Las músicas minoritarias tendrían que ser solo las músicas malas”. Una máxima que dice un jovencísimo Enrique Morente en este documental durante una entrevista televisiva, que él no dejó de llevar a la práctica durante toda su carrera musical. Unir y sumar mayorías al cante flamenco en sus mil bifurcaciones, metamorfosis y compadreos con otros estilos musicales mientras una púa de mercurio y otra de seda rasgan las cuerdas.