En 2019 Camellos publicaron para Limbo Starr su segundo álbum tras “Embajadores” (2017), titulado “Calle para siempre”, que jugaba irónicamente con el doble sentido, ¿”calle” verbo o sustantivo?

El grupo formado en Madrid en los aledaños de la zona de Embajadores compone su última publicación de 12 temas más una breve intro de diálogo de inicio, “Llamar”, en la que dos supuestos amigos tienen que hacer una llamada urgente para que les traigan un “pedido” … que cada par de orejas receptoras del mensaje lo interpreten como quieran.

Tras este gramo, perdón, este minuto que parece sacado de la conversación de una película de los ochenta de Eloy de la Iglesia, Camellos continúan, ya acompañados de instrumentos, con “Mazo”, una declaración punkarrilla de amor odio a la capital que apuntala ciertos tópicos (“el mejor agua del mundo / mereció la pena venirse a Madrid”). Aminoran la velocidad rítmica a partir de “Arroz con cosas”, relato  de una torpe cita gastronómico_sexual en la era Tinder con su estribillo de alusión a lo guarrete: “vamos a dejar tu piso como el edificio Windsor”. En “Healthy”, Tommy, Frankie, Jorge y Fer, siguen con su crónica de las miserias del treintañero medio. Una canción que, por la coña en la utilización sarcástica de anglicismos haría una buena sesión doble con “La casa de Damián” de los uruguayos Cuarteto de Nos (“Esta noche no sales / hoy no tienes cash”), exclaman los Camellos bípedos.

“Tentaciones” es una perlita pop sobre un triste loser enamorado de su jefa, sentimiento, piensa él, recíproco (“Se murió mi padre / me hizo ir a currar / no le puedo gustar más”). La crueldad y el abuso empresarial dando zarpazos al currante soñador y aprovechándose de su debilidad. “Sabor a cobre” es una desternillante patada en el estómago a la nouvelle cuisine y a los foodies  (“nueva cocina/poca comida/aquí no hay vitaminas”). “Mudanza”, otra oda al perdedor, rompe en los directos del grupo con su estribillo (“Noooo, aaahora en serio / ¿Dónde está mi criterio?).

“Tarde de cine”, con su crescendo rítmico, refleja el cariño de los Camellos hacia las películas de serie B y Z. En la  última parte del disco vuelve la intensidad y brilla especialmente, “Vaya a la cárcel”, comparativa de épocas y décadas, y crítica a la nueva ola de puritanismo (“ya no se pueden hacer bromas/ ahora todo es, vaya a la cárcel!”). “Calle para siempre” se cierra con “Es tan 2020”, reivindicación sociológica empapada de cierta  añoranza a las vivencias callejeras frente a la frivolidad, tal vez, de los que optan por la soledad de las pantallas.

Junto a “Talego quini” de Parquesvr, “Calle para siempre” de Camellos me parece uno de los álbumes nacionales, publicado también en 2019, más divertidos y apetecibles de escuchar y de bailar mientras, por ejemplo, se agita al aire un tercio de cerveza, aunque sea estando solo/a en casa porque te han fallado los amigos, la familia y la cita de Tinder. Entre Carolina Durante, Franz Ferdinand, Siniestro Total y los Libertines.